Este martes se cumplen 73 días transcurridos desde el pasado 6 de agosto cuando se inauguró la Asamblea Constituyente.
Un somero balance de lo acontecido desde entonces revela que en ese tiempo hubo un sólo día de amor, de comprensión, de paz y de abrazo fraterno entre los asambleistas.
Los otros 72 días transcurrieron opacados por el odio traducido en intolerancia, confrontación permanente, intransigencia, desconfianza, recelos, ofensas y, lo peor de todo, un comportamiento sumiso a consignas políticas sectarias, tanto del oficialismo cuanto de la oposición.
Por eso, sin duda, los asambleistas no tocaron ni por el forro la elaboración de una nueva Constitución Política del Estado. Lo que hicieron, a duras penas, fue aprobar 50 artículos de los 104 que tendrá el Reglamento Interno. Son artículos "no conflictivos" los que se aprobaron, dejando para después los "conflictivos". Eso significa que, haciéndolo bien, la Asamblea podría terminar con su Reglamento hasta fin de año, si no hay empantanamiento. Luego, en el 2007, podría comenzar el tratamiento de la nueva Constitución. Deprimente. ¿Verdad?
Así, yo diría que lo único rescatable en más de dos meses de funcionamiento de la Constituyente es el "día de amor" que surgió gracias a Román Loayza, y que tuvo sabor a milagro porque disipó durante una jornada el odio que imperaba dentro de la Asamblea y dejó sembrada una semilla de fraternidad que quizás dé frutos positivos después.
Como se sabe, Román Loayza, jefe de la bancada del MAS en la Asamblea y considerado un pilar de la línea dura masista, sufrió un grave accidente el 1º de septiembre, durante una sesión, y quedó en estado de coma. Tras debatirse dos semanas entre la vida y la muerte bajo terapia intensiva, salió del coma y recuperó sus facultades paulatinamente. El 3 de octubre, ya sano, se reincorporó a la Asamblea.
El "milagro", aquel día, comenzó cuando la presidenta de la Asamblea instaló la sesión dando la bienvenida a Román Loayza por su reincorporación y pidió un voto de aplauso. La respuesta fue unánime, todos los asambleistas, masistas, podemistas y de otras bancadas batieron palmas con entusiasmo. Luego, el jefe de la bancada opositora de Podemos habló dando la bienvenida a Loayza a nombre de su partido. Todos los podemistas de pie aplaudieron clamorosamente el retorno del jefe de la bancada del MAS.
Visiblemente emocionado, Román Loayza habló agradeciendo a todos y dijo: "estoy volviendo con más fuerza, pero con fuerza de cariño, con fuerza de amor, con fuerza de respeto. Ya no tengo enemigos. Todos somos amigos y como amigos nos tenemos que tratar. Yo pensaba ¿qué he hecho mal, por qué me ha castigado Dios. De repente es una prueba, de repente a algunos les he fallado. Perdóname Dios."
Dijo que en su etapa de recuperación estuvo rezando en un pequeño altar que su hijo había armado con imágenes de Cristo, Luis Espinal, Che Guevara, Tupac Catari, Tupac Amaru y otros. "Yo creo que hay que respetar a la Iglesia, también a los sacerdotes y a las monjitas" afirmó, desatando una ola de aplausos de todos los constituyentes. Agradeció a los médicos cruceños que lo atendieron y exhortó a la unidad entre todos los bolivianos.
Una crónica magistral de "La Razón"- Sucre- miércoles 4 de Octubre- describe aquel momento así:
"Lo que ocurrió después acabó por sorprender a todos. Sensibilizado por las palabras de Loayza, el paceño Cleto Pérez de Concertación Nacional, pidió a los asambleistas darse un abrazo. Tan simple como eso."
"Claro, no era un abrazo cualquiera, sino uno que rompiera las barreras que hasta ahora venían separando a oficialistas y opositores, tanto como fuera del Teatro Gran Mariscal."
"Entonces, constituyentes, asesores, periodistas y público en general comenzaron a mirarse como buscando unos en otros la respuesta a la invitación de Pérez. Habrá pasado un segundo cuando Javier Limpias de Podemos, se levantó de su curul para cruzar la línea divisoria de la política, el pasillo del Mariscal y abrazar a Román Loayza."
"El hielo se había roto y uno a uno, todos los constituyentes, sin distinción de bancadas, fueron confundiéndose en apretones de brazos, mientras comenzaban a flamear las banderas rojo, amarillo y verde con los primeros sones de "¡Viva mi patria Bolivia!". En un momento dado se la vio a la presidenta Lazarte, del MAS, lejos de la testera, en las últimas filas, riendo afablemente con Samuel Doria Medina de UN. O a la siempre dura Valentina Carvallo del MAS en pleno saludo afectuoso con Guillermo Richter del MNR."
"El sacudón emotivo fue tal, que en medio de los abrazos e incluso lágrimas que derramaron algunos constituyentes, nadie se opuso al cuarto intermedio propuesto por el vicepresidente primero Roberto Aguilar."
"El milagro político se había producido, bajo la influencia de un hombre templado, el campesino otrora incitador Román Loayza y, coincidencia o no, la idea partió de un asambleista de CN, la agrupación de los evangelistas."
Este suceso increíble, hace renacer la esperanza de que la Asamblea Constituyente quizás pueda en algún momento rectificar rumbos y cumplir su misión.
MINUCIO
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