Monday, May 08, 2006

Concierto de la sinfónica de El Alto

MARIO D. RÍOS GASTELÚ

Los melómanos de la música chiquitana y los profundamente conocedores de los sonidos barroco y renacentista, han tenido en la semana varias opciones para deleitar los oídos y admirar los alcances de composiciones musicales de increíble efecto artístico. En tal sentido, los que llegaron hasta las Misiones de la Chiquitania, escucharon a elencos de países de América y Europa en conciertos llenos de riqueza orquesta o vocal. Para el público de La Paz, hubo actuaciones importantes con algunos de aquellos grupos que llegaron hasta la ciudad murillana.

Curiosamente, en medio de la expectativa por oír a esos conjuntos visitantes, un concierto que despertó singular interés fue el ofrecido por la Orquesta Municipal de El Alto, que también participó del festival en Santa Cruz, pero que, a invitación del Círculo de la Unión, dio su concierto en el patio de la prestigiosa y aristocrática entidad.

Un programa con música barroca, llevó al maestro Fredy Céspedes a dirigir composiciones de Vivaldi y Bach en aplaudidas interpretaciones. Los temas, no siempre difundidos en nuestro medio, llenaron vacíos con tal solvencia que no dejó de sorprender el nivel de ejecución, teniendo en cuenta que la mayoría de los componentes de la orquesta –unos 33 miembros—son amateurs con alma de profesionales.

El primer tema, Aria de la suite N° 3, de Juan Sebastián Bach, fue apertura de lo que significaría una serie de aciertos musicales, no sólo por la unidad orquestal, sino por la revelación personal de una orquesta que se acerca al barroco tradicional con recursos propios de exigencias ortodoxas.

Cualquier duda acerca de la evolución que ha tenido éste conjunto alteño, queda al margen, después de escuchado el Concierto para violín y orquesta L´Estro Armónico, de Anton Vivaldi, en el cual, el primer movimiento, refleja la fuerza conjunta de los instrumentos de cuerda sumándose a ese despliegue de sonidos la intervención de los solistas Ever Gutiérrez y Henry Gisbert, para quienes se van despejando los secretos del instrumento que consagró a Paganini y del cual pueden, todavía, lograr niveles de mejores sonidos.

Algo similar se dio en el Concierto para dos violines, del mismo autor, con el concurso de los solistas Serdar Geldimuradov y José Quiroga. La versión definió características del grupo musical y reiteró las virtudes que Céspedes tiene para dirigir temas importantes en versiones propias.

Luego de escuchados aquellos temas tan difundidos en discografías o programas radiales, la Orquesta Sinfónica de El Alto, obsequió con un tema singular: Sonata chiquitana para cuerdas, de autor anónimo, recopilado por Piotr Nawrot. Belleza de sonido en una concepción musical de partitura exigente. La música chiquitana transporta al oyente a una atmósfera que recuerda los matices de melodías de música antigua, en la cual es posible imaginar las grandes catedrales góticas o los apretados ornamentos barrocos. No es que haya una mezcla de tales tendencia, sino que lo sublime de la melodía, crea ese ambiente en el auditorio.

En el final del concierto, escuchamos una de las piezas más difundidas de Juan Sebastián Bach: Concierto para violín y oboe. Freddy Céspedes y Alvaro Lanza, fueron los solistas. El maestro Céspedes lució su dominio sobre el instrumento. Lanza dio a conocer los matices de un bello instrumento de viento, al cual aún no domina, pero del que logra sonoridades atrayentes, sumándose a los acordes de acompañamiento orquestal digno de los aplausos recibidos.

Comentariosal e-mail: boliviscopio@hotmail.com