Cuando todo parecía indicar que Evo Morales, tras renunciar como dirigente máximo de las seis federaciones cocaleras del trópico de Cochabamba, se dedicaría exclusivamente a gobernar Bolivia sin ataduras sectarias, causó sorpresa la decisión del VIII congreso de ese sector que lo reeligió como su conductor supremo.
Algo más, la sorpresa se convirtió en estupor cuando Evo aceptó agradecido tal ratificación, plenamente conciente de que viene ligada a un mandato cocalero imperativo para que ejecute desde el gobierno nuevas políticas sobre coca, lucha contra el narcotráfico y desarrollo alternativo, de orden interno y también internacional.
Algunos piensan que los cocaleros del Chapare le hicieron un maleficio al Presidente de la República para forzarlo a satisfacer todas sus demandas sectoriales, sean racionales o irracionales; pero, ese enfoque no es correcto, porque lo cierto es que el mismo Evo Morales se sometió al dominio cocalero cuando aceptó, dichoso y agradecido, su reelección como Presidente de la Coordinadora de las Seis Federaciones de Productores de Coca del Trópico de Cochabamba.
DOBLE DISCURSO
Un día antes, al inaugurar ese congreso, Evo había advertido a los cocaleros sobre los riesgos que acarrearía el libre cultivo de la hoja de coca instándoles a que voluntariamente pongan un límite consistente en la siembra de un cato (1.600m2) de coca por familia en lugar de un cato de coca por afiliado. La diferencia entre una y otra de estas modalidades es que la segunda implica por lo menos una triplicación de los cocales respecto a la primera.
Contradiciendo esa advertencia, al aceptar su ratificación como líder máximo cocalero Morales avaló complacido la decisión sindical de sembrar un cato de coca por afiliado, calificándola como “acto de madurez” de los campesinos del Chapare para autocontrolarse y limitar voluntariamente sus cultivos de esa hoja.
RUPTURA CON ESTADOS UNIDOS
Además, en esa misma condición de supremo dirigente cocalero, Evo tácitamente dio su conformidad a la determinación de expulsar de Bolivia a todas las instituciones dependientes de Estados Unidos que trabajan en el Chapare, asumiendo obviamente el compromiso de ejecutar desde la Presidencia de la República ese mandato imperativo de su sector.
Al respecto, el vocero del Palacio de Gobierno, Alex Contreras, al expresar apoyo a esa demanda cocalera dijo: “Se trata de una de las organizaciones sindicales y políticas más importantes del país. Entiendo que se tendrá que dialogar con el gobierno de los Estados Unidos para ver la mejor forma de que estas instituciones que han cumplido su ciclo puedan abandonar el trópico de Cochabamba”. Más claro, agua.
Entre las instituciones condenadas por los cocaleros a salir de Bolivia están la Oficina Antinarcóticos de la Embajada de los Estados Unidos (NAS), el Programa de Desarrollo Alternativo (PDAR), la Administración de Drogas y Narcóticos (DEA) y la Agencia de Cooperación Comunidad Habitat y Finanzas (CHF). Todas ellas actúan en virtud de acuerdos bilaterales entre EE.UU. y Bolivia.
Además, planificando a corto plazo, cuando la expulsión se realice los cocaleros pretenden ocupar toda la infraestructura física, edificios y terrenos donde operan esas instituciones de EE.UU. en el Chapare, para destinarlas a fines educativos, como la construcción e instalación de una Universidad del Trópico de Cochabamba. Al respecto el vocero presidencial fue cauto: sostuvo que esta determinación debe ser analizada, porque los productores de coca no pueden actuar al margen de la ley y deben hacerlo en el marco de la Constitución.
FUSION Y CONFUSION
Muchas críticas han surgido por la fusión y confusión que Evo está haciendo de su investidura presidencial con su liderato sindical cocalero. Las objeciones califican de incompatible el ejercicio de ambas funciones y se apoyan en el artículo 43 de la Constitución Política del Estado que consagra como principio fundamental del servicio público que “los funcionarios y empleados públicos son servidores exclusivos de los intereses de la colectividad y no de parcialidad o partido político alguno.
Evo piensa lo contrario y proclama abiertamente que en este tiempo de cambios un dirigente sindical puede ser al mismo tiempo presidente de la república. Como prueba contundente de su afirmación se pone él mismo de ejemplo: “Véanme, aquí estoy”, dice. Punto.
MINUCIO
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