MARIO D. RÍOS GASTELÚ
Frecuentemente se comenta en círculos culturales, esa tendencia a llevar lo artístico a un nivel comercial, sin importar la calidad y menos la evolución que pueda mostrar el creador de piezas artísticas. La programación de exposiciones en las ya prestigiosas galerías de La Paz -- sólo para centrar la atención en nuestro medio— son por lo general reiteraciones de muestras pasadas, en una clara prueba del poco interés, o la falta de imaginación en la mayoría de los pintores, por encontrar soluciones al cansancio de ver lo mismo, es decir, la repetición de imágenes que ya llevan al hartazgo intelectual.
Conservando distancias, y sin deseo de emular a nadie, encontramos que el movimiento artístico en la ciudad de La Paz está muy lejos de lo que ofrecen actualmente las galerías de países vecinos, para no mencionar al mundo, que es abarcar demasiado. Por tanto, ese estancamiento que viene de los propios creadores del arte, también deja sin posibilidades de apreciación a un público inmerso en las imágenes de paisajes andinos, urbanos y rurales, temas ya recogidos en todo el siglo pasado.
Sin embargo, los pocos artistas que en estos días se alejan de lo ortodoxo, nos traen la novedad de un arte que no encaja, de hecho, en todo público porque, como dijimos anteriormente, la mayoría se acostumbró a la rutina, que es otra manera de costumbre humana. Queda, entonces, para cierto nivel de observadores del arte, la posibilidad de cambios a partir de la destrucción de lo viejo, lo cual da paso a la invención de “objetos” capaces de sumergirnos en meditaciones acertadas o equivocadas, pero de igual manera estimulantes.
EL ARTE DE VALCÁRCEL
La galería Nota ofreció la alternativa de lo moderno ante la destrucción de lo anacrónico gracias a la imaginación de Roberto Valcárcel, quien creó la serie “Objetos - Mecanismos de la defensa”. Con esta muestra, el artista nos recuerda a esos “espíritus inconformes” que destacaron en los años del Dadá y a los que siguieron las escuelas del cubismo, el surrealismo y la abstracción. En ellos estuvo centrada la necesidad de profundos cambios, sin otra motivación que el salir del callejón en que se encerraron las tradicionalistas, no sólo de las artes plásticas, sino de todo el movimiento cultural de Europa.
Pues bien, Valcárcel presenta la nueva propuesta, para lo cual utiliza espacios en los muros del centro cultural, donde no cuelgan cuadros, sino objetos que le dan nombre a la exposición, pero algo más ofrece el artista: la referencia a los mecanismos de la defensa, algo realmente interesante si se considera la forma de enviar los mensajes al público, como lo hicieran los creadores de la abstracción, esto es, despertando en quien observa la obra, un particular discernimiento sobre el contenido de ella.
De esa manara, Roberto, hace referencias al amor, al odio, a la ternura, a la soledad, a la pasión, a los desamores, a la defensa y a los Mecanismos de Defensa, como un eje central del contenido total. Ahora, ¿cómo llega a su público con esos títulos y propósitos encajados en los objetos por él creados? Allá están las placas, las cajas y los mensajes que, de hecho, sorprenden al visitante?
Uno de los objetos lleva el nombre de Miedo. Desde la oscuridad de la obra llega la señal del contenido. El miedo nace en la oscuridad de las personas, porque allá no es posible distinguir lo que nos asecha o nos protege. El miedo es universal, no cosa de niños. Esa terrible sensación al vacío, por ejemplo, se da en todas las personas. El miedo a lo incierto o el miedo a la muerte, son los ejemplos más claros, sin olvidar las decenas de miedos que surgen en la intimidad de cada persona.
La Soledad en Valcárcel, descansa en una posibilidad de “compañía”: la pantalla de la televisión. Voces, argumentos, enseñanzas, información, hacen de la persona que vive en la soledad el otro tipo de costumbre: el ruido antes que la trama.
Dos sentimientos encontrados, que todo ser humano carga en la vida, también motivan la creación artística: Odio y Amor. En el primer caso, es el sentimiento negativo y constante que abruma el pensamiento libre de quien se ve embargado por innobles pensamientos. En el otro caso, también hay una constante, positiva hasta donde el amor no se convierta en sensiblería o llegue al extremo de ser un amor patológico. El objeto que representa al odio está encajonado sin posibilidad de encontrar asideros que lo liberen. También el amor se encasilla para dar paso a lo que rutinariamente se llama “amor ciego”.
En lo positivo del comportamiento humano, cada persona, de una u otra manera, siente afecto a otra semejante lo que el artista califica de Ternura y lo representa con un frasco. Un envase contiene toda la ternura que se puede esparcir en la vida. La ternura abre caminos de amistad y construye sobre el sentimiento positivo del hombre. Con estas representaciones artísticas, Valcárcel sintetiza afanes de hombres del pensamiento universal, quienes volcaron su talento en la definición de actitudes nacidas al impulso de reacciones psicológicas. A Roberto, le bastan los frascos y los porcentajes inscritos en ellos.
MECANISMOS
De esa manera surgen los valores de los objetos que se van transformando en los mecanismos de la defensa. Pasión, es algo que se concentra en el aroma sutil de quien las siente. Un frasco pequeño puede ser un sinónimo, más allá de la emblemática marca de un perfume de mujer. Pero también un frasco pequeño trae el veneno, muchas veces consecuencia de la pasión desmedida o el Desamor que se encierra en el egoísmo o la inferencia. Para cada uno de ellos hay porcentajes. Los frascos de Valcárcel los mide, o sea que la pasión, el desamor --también amor y odio—y otras preocupaciones llamadas penas o alegrías del corazón, (aunque sabemos que todo nace en el cerebro), tienen una escala de intensidad sentimental.
Los Mecanismos de la Defensa, encuentran en el artista una serie de mensajes destinados a la reflexión. “Nunca expreses tus ideas”, dice uno de ellos, quizá por el temor al plagio. “Nunca expreses tus sentimientos”, tal vez para evitar la ironía de las personas. “Nunca expreses tus emociones”, porque a nadie podría importar. “Nunca expreses tu dolor” por ser demasiado personal. “Nunca dudes de la Ley” como un recurso de amparo, podría ser. “Nunca expreses tus dudas” porque pueden dudar de ti.
Así, la exposición de los Objetos de Roberto Valcárcel nos ponen frente a problemas de la vida, ante lo insólito de la sensibilidad humana o ante la necesidad de recrear cada hora que transcurre. Puede ser que, como respuesta a la exposición, haya muchos puntos de vista. Esta es la nuestra. Reconocemos el valor de cada objeto porque nos interesó mucho más lejos de lo que puede interesarnos un cuadro encajado en el naturalismo, la figuración y otras tendencias que se van perdiendo en el tiempo.
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