MARIO D. RÍOS GASTELÚ
Hace varios años que la ciudad de La Paz no tiene la atracción musical de una Sinfónica que esté al nivel de las exigencias de partituras clásicas y de aquellas que ya, en el siglo XXI, son referencia de éxitos logrados en la centuria pasada calificadas de música moderna y música contemporánea.
Por hoy nos basta citar a los grandes clásicos para no perder el destino de esta nota que, en todo caso, es una voz que reclama reorganización de la Sinfónica Nacional, a la cual se tendría que destinar una nueva savia de instrumentistas, a la que habría que apoyar con la renovación de instrumentos y a la que, necesariamente, habría que echarle un vistazo con la seriedad que el caso requiere.
Actualmente existen camarillas, o personas interesadas en hacer de la Sinfónica Nacional un conjunto de músicos arreados por un director que no reúne las condiciones que un elenco, representativo de una nación, requiere. Hubo una decisión anterior que llevaba a la dirección del primer conjunto orquestal al maestro Ramiro Soriano, pero surgió un sector que se opuso e impuso su equivocado criterio echando por el suelo la decisión oficial de un gobierno que no encontró argumento para ratificar su decisión.
Es cierto que en los tiempos que vivimos hay prioridades para el país, pero todo tiene su lugar. La música es parte de la vida de un pueblo y a ese pueblo hay que darle lo que necesita para su distracción o reencuentro espiritual. La música doma fieras y, como en la Paz no hay un sonido agradable, las fieras salen a las calles guiadas sólo por acorde de marchas de protesta.
Sería por demás aventurado pedir que la Orquesta Sinfónica Nacional esté dirigida por una figura relevante contratada en el exterior, porque el costo sí sería elevado. Pero en casa hay maestros que pueden conducir a esta orquesta con eficiente impulso y loables resultados. Cabe volver a mencionar a Ramiro Soriano, actualmente conductor de Coral Nova y la Orquesta La Paz. También a Sergio Prudencio, que ya dio muestras suficientes de capacidad y conocimiento profesional. Pero, lamentablemente, hay un empecinamiento en algunos sectores sociales que se oponen a todo cambio.
Es, además, inocultable la indiferencia hacia las inquietudes culturales en sus diversas especialidades, ya no sólo en La Paz, sino en todo el país, lo cual afecta la sensibilidad de quienes tienen interés en que haya en el medio artístico un grupo digno de producción nacional.
Por otra parte tenemos en El Alto a otra orquesta también llamada Orquesta Sinfónica, surgida al impulso del ex alcalde Paredes (hoy prefecto del departamento) que ha demostrado interés por mejorar la condición de vida de los alteños, extendiendo sus inquietudes hasta el campo cultural y, particularmente el musical, con la creación de una orquesta, una escuela de ballet y otra de teatro, con lo cual alentó a los habitantes de aquellas altitudes a entregar su espiritualidad al cultivo de los sonidos selectos, decisión que mereció reconocimiento y apoyo unánime.
Pero esa sinfónica que cuenta con muchos integrantes alteños apoyados por otros profesionales, tiene que revisar sus programaciones a fin de no exigir a los componentes del elenco orquestal resultados óptimos, por encima de sus conocimientos musicales, es decir que la selección de temas debe caracterizarse más por las obras ligeras. La orquesta de El Alto tiene su mérito, pues cuenta con elementos valiosos, que necesitan pulirse interpretando música más accesible a sus conocimientos y posibilidades técnicas a fin de no “lanzarse al éxito” con obras de músicos que escribieron pasajes que son “pruebas” destinadas a medir las posibilidades de cada músico.
En varios conciertos ofrecidos en El Alto y en la ciudad de La Paz, el grupo dirigido por Freddy Céspedes nos dio muestras de un interés ilimitado respecto a interpretar música de jerarquía. Aceptamos la programación como una muestra de las reales posibilidades de cada integrante de la orquesta, lo que dio por resultado ciertas deficiencias originadas por el contenido de la pieza musical que se ubica en la versión más selecta de orquestas consagradas, pese a las dificultades de técnica instrumental como a la interpretación personal, nivel al cual aún no llegaron los integrantes de la mencionada sinfónica.
Si esto ocurre en El Alto, en la urbe paceña no hemos escuchado versiones que distingan o pongan el sello de interpretación singular de su director, quien se atiene directamente a la partitura sin poner de su parte un arte creativo que le distinga de otras versiones. Tampoco dirige a los músicos llevándolos a matizar los sonidos, a reflejar la inspiración del autor y menos a darle un sello personal. David Hendel, que no toca ningún instrumento, se aferra a acumular páginas para su currículo, llevando al escenario creaciones musicales de gran envergadura que no llegan a una interpretación deseada para el público conocedor de las obras.
Ha pasado mucho tiempo. Hoy tenemos otro gobierno. Tenemos otra persona en el Viceministerio de Cultura, entonces ¿qué se espera para dar paso a lo nuestro, a los maestros bolivianos que pueden dirigir nuestras orquestas? En todos los países del mundo lo prioritario se destina al ciudadano originario de la nación y luego, si el caso requiere, se permite cierto espacio destinado a un extranjero, pero no cualquier extranjero, sino al que pueda orientar y mejorar la producción artística de una orquesta o de cualquier entidad artística.
Esperamos con mucho interés el desenvolvimiento de una Asamblea Constituyente cuyos frutos en todos los ámbitos pueden ser también destinados a sectores del arte a fin de elevar la cultura en todas las especialidades.
- Comentarios al e-mail: boliviscopio@hotmail.com