Wednesday, March 15, 2006

ILUSIONES MARINAS - 2

Una aclaración pública de la presidenta Michelle Bachelet que surgió ayer para despejar dudas que flotaban en Santiago sobre un supuesto ablandamiento chileno en el tema marítimo con Bolivia, nos impulsa a escribir este segundo comentario, como continuación obligada del que hicimos en la víspera bajo el título de “Ilusiones marinas”.

Comenzamos reproduciendo textualmente lo que dijo la señora Bachelet según el periódico “La Tercera”: “Quiero decir que la palabra mar no estuvo presente en la conversación entre el presidente Morales y esta presidenta. Nosotros hablamos de una muy buena disposición de trabajo, de cooperar en múltiples áreas y de una gran voluntad y decisión para establecer una relación franca, directa y transparente, de manera de seguir avanzando en temas que a ambos países nos parezcan pertinentes.”

Anteriormente, el pasado sábado, tras una reunión protocolar con Evo Morales la presidenta había expresado que “Chile siempre estuvo dispuesto a tener relaciones diplomáticas con Bolivia. Creemos y estamos convencidos de que para Chile lo mejor que le puede pasar es que a todos nuestros países les vaya bien: tenemos múltiples áreas en las que podemos cooperar.” Dijo también que su gobierno está abierto a una “agenda sin exclusiones” con Bolivia. Y punto.

Una lectura cuidados de estas declaraciones obliga a reconocer que verdaderamente la señora Bachelet, al informar a los medios chilenos e internacionales sobre el corto diálogo que sostuvo con Evo Morales, en ningún momento hizo referencia al mar ni nada parecido.

Quienes sí pidieron a gritos “mar para Bolivia” fueron unos ocho mil chilenos durante el acto público de bienvenida a Evo organizado por grupos originarios y de izquierda radical en Santiago. Tiene que haber sido ese apoyo clamoroso de chilenos a la demanda boliviana lo que causó molestia y alarma entre partidos conservadores como Unión Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), ambos opositores al recién instalado gobierno de Michelle Bachelet.

Dos senadores de estos partidos pidieron a la presidenta Bachelet “rayar la cancha” con el régimen de Evo Morales, manteniendo la línea rígida de los anteriores gobiernos sobre la demanda de salida al mar, bajo la premisa de que las buenas relaciones no están supeditadas al tema limítrofe. Coincidieron en que se puede tener una agenda abierta, pero también conceptos claros, remarcando que agenda abierta no puede significar olvido de que Chile tiene una identidad y una soberanía claramente delimitadas. Alertaron, finalmente, sobre el riesgo de que las buenas relaciones que puedan construirse con Bolivia lleven al gobierno chileno a abrirse a conversar sobre soberanía marítima.

Si tras estas declaraciones estuviesen sólo esos dos partidos conservadores, no habría mucho de que preocuparse. En democracia el disenso es parte del juego político. Pero, conociendo la posición centenariamente negativa e inflexible del militarismo chileno respecto a la demanda marítima de Bolivia, percibimos que por boca de estos senadores las Fuerzas Armadas de Chile han enviado señales muy claras a la presidenta Bachelet sobre lo que su gobierno puede y no puede hacer en sus contactos con Bolivia.

La presidenta Michelle Bachelet parece haberlo entendido así. Su rápida y contundente aclaración en sentido de que la palabra mar no estuvo presente en su diálogo con Evo Morales, demuestra que es mujer de reacciones inmediatas, capaz de disipar sobre la marcha cualquier duda vinculada a temas urticantes, y que prefiere curarse en buena salud, sin esperar tratamientos correctivos.

Ya lo dijimos ayer: muchos presidentes de Bolivia se forjaron “ilusiones marinas” respecto a Chile y terminaron frustrados. Ahora, la oportuna aclaración de la señora Bachelet -si no cae en saco roto- podría evitar que Evo morales corra esa misma suerte.

MINUCIO

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