Si el encuentro hubiese tenido lugar en tiempos remotos dentro del Paraíso Terrenal tendríamos que hablar de Adán, Eva y la Serpiente, con una manzana de por medio para echarlo todo a perder.
Pero acontece que hace dos días el encuentro o, mejor dicho, los encuentros que nos ocupan tuvieron lugar en Valparaíso, Chile, ciudad cuyo nombre nos hace evocar el Jardín del Edén, así sea por casual similitud de palabra o mera coincidencia.
El orden de los factores no altera el producto, dicen los matemáticos. Es cuestión de números, pero también es aplicable a los nombres de las personas. En este caso lo apropiado sería hablar de un Adán y dos Evas, pero, en verdad, se trata de un Evo y dos Adanas, vale decir dos mujeres extraordinarias que actualmente tienen gran poder en sus respectivos países.
Evo Morales, todos lo sabemos, es el primer presidente indígena de Bolivia. MIchele Bachelet, nuestra Adana-Uno, es la nueva presidenta de Chile, primera mujer que llega a tan alto cargo en el vecino país. Condolezza Rice, nuestra Adana-Dos, es la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, el país más poderoso del mundo.
Entre los gestos de cortesía de un caballero hacia las damas es clásico el obsequio de un ramo de flores, mejor si son orquídeas o algunas flores exóticas de vistosos colores e intensa fragancia. Pero los tiempos cambian y los obsequios también, más aún si quien funge de obsequiante es alguien como Evo Morales, poco afecto a encasillarse en rígidos protocolos o añejas reglas de urbanidad.
Evo no da puntada sin hilo ni hace obsequios sin intención bien calculada y madurada. Por eso, en sus encuentros con Adana Michele Bachelet, primero, y luego con Adana Condolezza Rice, en lugar de ramos de flores les entregó sendos charangos expresamente fabricados por un artesano cuya especialidad es decorar sus instrumentos musicales dándoles forma y color de hoja de coca e incluso adornándolos con incrustaciones de verdes hojitas de la misma planta.
El regalo de Evo a la nueva presidente de Chile fue un “charango-vengador” porque, dos semanas antes, el ahora ex presidente Ricardo Lagos había obsequiado un charango supuestamente chileno al director de la banda irlandesa U2, tras una actuación de ese grupo musical en Santiago. Eso dio lugar a que muchos artistas bolivianos elevaran el grito al cielo denunciando usurpación chilena de un instrumento folclórico boliviano.
Una gran polémica se desató en Bolivia, hasta que el Ministro de Cultura –previa consulta con Evo, se supone- prometió que Michele Bachelet recibiría de obsequio un charango boliviano en el día de su posesión. Cuando Evo entregó el charango a Michele, las risas y sonrisas de uno y otro lado fueron muy elocuentes. La presidenta chilena demostró tener gran sentido del humor. En lo que respecta a Evo, aunque puso su mejor cara de “yo no fuí” sus ojos reflejaban la inmensa satisfacción del deber cumplido: la ofensa había sido lavada sin que la sangre llegue al río.
El otro encuentro de Evo con Adana Condolezza Rice tuvo otros matices. Para comenzar, la noticia de que él y ella se verían cara a cara había suscitado gran expectativa en los medios de comunicación chilenos e internacionales. Después de todo lo que había dicho Evo del presidente Bush, acusándolo de ser el mayor terrorista del mundo y luego de que repetidamente pintó a la Secretaria de Estado Condolezza Rice poco menos que como una bruja calificándola burlonamente como “doña Condolencia”, lo menos que se esperaba es que salten chispas de ese encuentro. Sin embargo, los agoreros se equivocaron. Fue un diálogo protocolar, respetuoso, pacífico y sólo faltó que volaran palomas blancas.
Hasta hubo risas y sonrisas cuando Evo le entregó a Condolezza su obsequio personal: un “charango-viva la coca”, con forma y color de hoja de coca, con bellas incrustaciones de hojitas de coca, e incluso, según trascendió, con la frase “coca no es cocaína” grabada en el instrumento.
De los 25 minutos que duró el diálogo Evo acaparó 20 resumiendo lo que su gobierno desea en las relaciones con Estados Unidos. Los temas: lucha contra el narcotráfico sin satanizar la hoja de coca, comercio y cooperación en un marco de respeto a la soberanía boliviana. En respuesta Condolezza se limitó a decir que EE.UU. podría ser el mejor socio de Bolivia en temas económicos y sociales, aunque se abstuvo de señalar a cambio de qué.
“Un Evo y dos Adanas en el Valparaíso Terrenal”. Podría ser bonito nombre para una película.
MINUCIO
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