Tuesday, March 14, 2006

ILUSIONES MARINAS

Desde tiempos inmemoriales el mar ha sido fuente de ilusiones y motivación para que los hombres hagan lo posible y lo imposible para convertir ilusiones en realidades. Por ejemplo, muchos aventureros buscadores de maravillas envejecieron y hasta murieron navegando en infructuosas búsquedas de la Atlántida, el continente sumergido. Otros audaces marinos griegos, en tiempos de Ulises, perdieron el rumbo seducidos por los cantos de las sirenas y terminaron ahogados cuando sus naves chocaron contra arrecifes y naufragaron.

En fin, mar e ilusiones siempre han ido y seguirán yendo de la mano. Lo curioso es que, contra toda lógica, quienes debiéramos ser inmunes a las ilusiones marinas por carecer de mar y vivir en un país mediterráneo, somos tan permeables o más que los costeños a pecar de ilusos cuando de mares se trata. Nunca aprendemos las lecciones que nos dejan repetidas frustraciones y volvemos a tropezar diez o más veces o en la misma piedra, con la agravante de que antes de cada nuevo tropezón pensamos que ¡ahora sí! seremos acariciados por las olas.

La reciente visita del presidente Evo Morales a Chile fue, sin duda, lo más satisfactorio de su vida en tierras extranjeras. No es para menos: en su condición de gobernante boliviano, oyó a unos 8 mil chilenos congregados en un estadio de Santiago gritando a voz en cuello “¡Mar para Bolivia!”, durante un homenaje que le rindieron comunidades o mapuches y otras originarias, sectores políticos de izquierda radical y movimientos ecologistas del vecino país.

La emoción de Evo fue mayúscula ante esa espontánea y clamorosa expresión de apoyo al más caro anhelo de los bolivianos, al punto que tuvo que esforzarse para contener unas lágrimas que pugnaban por saltar de sus ojos, según relató un periodista adscrito a su comitiva y presente en el lugar.

“Siento que en Chile me quieren más que en Bolivia” dijo Evo al confesar que “Nunca había imaginado que ustedes hermanos chilenos pidan mar para Bolivia. Esto me llena de entusiasmo y fuerza para seguir trabajando por la unidad de dos pueblo hermanos como Bolivia y Chile que nos necesitamos para seguir avanzando.” Buena y prudente declaración, sin duda.

Pero eso no fue todo. Posteriormente, en una entrevista con TV Chile, Evo confesó que su anhelo es concluir su gobierno con mar para Bolivia. “Es mi deseo; uno se propone; y cuando me propongo lo hago, a veces. Soy muy optimista, pero el tema del mar no se habla, se hace; y lo haremos con perfil bajo para satisfacer esa sed de justicia que tienen nuestros pueblos”, dijo.

En la misma entrevista, el periodista le recordó a Evo que en las negociaciones Banzer-Pinochet sobre salida al mar, cuando se registró el mayor avance en torno al tema, las negociaciones llegaron al punto de mencionar el canje territorial como una posible solución, teniendo en cuenta que por ley ningún presidente de Chile puede ceder ni un milímetro de territorio so pena de incurrir en delito de traición a la patria.

Tras esa remembranza el entrevistador le preguntó a Evo qué pensaba él de esa posibilidad. La respuesta del presidente fue cauta. Dijo que Bolivia y Chile deben establecer una agenda abierta, entendiendo que los problemas, económicos, sociales, geopolíticos e históricos tienen que ser tratados de manera conjunta. Inteligente respuesta.

Para los bolivianos no es nada nuevo oír a sus presidentes entrantes expresar deseos de conseguir una "salida al mar con soberanía" durante su gestión gubernamental Y tampoco constituye novedad verlos dejar el poder cargando la frustración de no haber logrado nada en ese propósito.

Para no ir demasiado lejos, recordemos que todos los presidentes de Bolivia, desde Víctor Paz Estenssoro en 1952 hasta Carlos D. Mesa en el 2004, a lo largo de medio siglo y algo más, expresaron el mismo deseo e impulsados por la “ilusión marina” que los poseía se empeñaron decididamente en convertir sus sueños de mar en realidad palpable. Ninguno pudo conseguir nada y nuestro país sigue tan mediterráneo como hace más de un siglo.

Parece que esta vez el presidente Evo Morales, después de su exitosa visita a Chile, volvió al país pisando el suelo, sin incurrir en el error de pensar que trae el mar en el bolsillo, tal como aconteció con alguno de sus antecesores. Sin embargo, nos invade el temor cuando oímos que se repite la cantaleta de “agendas abiertas” “negociaciones sin condiciones ni exclusiones” etc. etc.

Las “ilusiones marinas” en los presidentes bolivianos han sido el equivalente de los cantos de sirena para los navegantes griegos. Voces angelicales, melodías de ensueño y fascinante seducción que inevitablemente conducen al desastre y al fracaso.

Que no repita la historia.

MINUCIO

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