ARMANDO MARIACA V.
A un mes del gobierno del Presidente Evo Morales, no es posible hacer una evaluación de lo hecho; pero, surgen muchos aspectos que muestran precipitaciones, incoherencias, demagogia y otros factores negativos que pueden perjudicar gravemente la imagen del Presidente, tanto en su popularidad, que es muy grande, como en su prestigio para el futuro; en otras palabras, la imagen que irradie el Primer Mandatario es importante no sólo por lo que hace y dice sino por lo que haga su entorno, su partido y quienes lo apoyen, interesada o desinteresadamente. Es un hecho que nadie puede negar: si fracasa el Presidente, fracasamos todos; que el país requiere cambios, ninguna duda; que la Constituyente debe ser una realidad, nadie lo niega; que la descentralización y las autonomías deben ser parte de lo que se haga en el futuro inmediato, es algo preciso, terminante y determinante para el futuro nacional.
Nadie podría negar la buena fe, la sana intención, la honestidad del Presidente; pero, en todo caso, todo ello tiene que estar acompañado, forzosamente, de la gran virtud que adornó a los mejores gobernantes en el mundo, la virtud o valor que permitió superar grandes y graves problemas; el don que conquistó pueblos y culturas a través de los siglos y que es, sin duda alguna, la prudencia. Sin esta virtud no puede medirse la libertad y, en cualquier libertad sin orden, disciplina, eficiencia, eficacia y honestidad en el gobierno de un país, todas las libertades fracasan y se impone, más temprano que tarde, el autoritarismo, el derecho de la fuerza ante el surgimiento de la anarquía.
Otro elemento muy importante para que la prudencia actúe en parámetros que sirva a todos, conquiste mayorías, corrija errores pasados y futuros, realice cambios – en lo que está empeñado el gobierno – en favor de todo el país, es, innegablemente, la equidad que es el ánimo, la voluntad y la conciencia de dar a todos un trato acorde con la dignidad y los derechos dispuestos por la Constitución; es, además, igualdad de ánimo, bondad, templanza en todo el accionar, con miras a llegar a una buena y equitativa administración de justicia; es, también, hacer el bien respetando el derecho de todos desterrando la prepotencia, la soberbia y la petulancia.
Kung Tse (Confucio), decía: “El mejor gobierno es el que rige sus actos por la prudencia y la bondad; logra los mejores resultados adornándolos con la responsabilidad y, además, consigue que el pueblo lo apoye y sirva a los fines propuestos”. Es, pues, la responsabilidad la gran virtud que engloba a la prudencia y a la equidad; es tomar conciencia de lo que conviene al pueblo, es sentir que el poder en un país es sinónimo de servicio. Sin responsabilidad de lo que se hace y hasta se dice, se conculcan los valores, se prostituyen las virtudes y se da paso al libertinaje y a la anarquía.
Bolivia – conjuntamente la comunidad internacional – está pendiente de los pasos que dé el gobierno y, muy especialmente, de lo que diga y haga el Presidente de la República, cuyos actos no pueden ni deben improvisarse ni expresarse al calor de las circunstancias ni menos de intereses creados que los entornos podrían establecer alrededor del gobierno. En el país, desde el momento de conocerse los resultados de las elecciones, hay conciencia de que se cuenta con un gobierno constitucional, legal y legítimo y hay esperanza de que actúe en bien de todos los bolivianos, desechando los intereses y conveniencias de grupos, de facciones, de intereses creados. Espera el pueblo que la conciencia de país esté en todos los actos del gobierno para que, consecuentemente, esté en todos los bolivianos.
En los días pasados se ha sentido, dolorosamente, cómo algunos grupos de apoyo empezaron a “pasar la factura” y condicionaron al Presidente para que satisfaga ambiciones y expectativas. Estos comportamientos lastiman la conciencia nacional, vulneran las esperanzas y muestran panoramas nada claros porque sin conciencia y aplicación de la fuerza del Derecho (Constitución y leyes) y el orden no se hace parte sustantiva de las labores gubernamentales, se debilita la institucionalidad y la Democracia y se atenta contra la administración del propio gobierno, trabajo que debe estar impregnado de prudencia, equidad y responsabilidad. El Presidente, con las buenas intenciones y la buena fe expresadas desde el 18 de diciembre, tendrá que corregir algunos de sus pasos, mejorar lo bien hecho y actuar – conjuntamente sus colaboradores – mirando el presente y el futuro del país que es Patria de todos los bolivianos, sin distinción alguna.
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