El sábado 4 de marzo de 2006 quedará marcado como un día histórico para la democracia en Bolivia, tan histórico como el domingo18 de diciembre de 2005 cuando un líder indígena y dirigente sindical cocalero, Evo Morales, fue elegido presidente constitucional..
Y es que ayer, contra todas las predicciones negativas, tensiones regionales y vientos de guerra que soplaban desde el oriente y el occidente, el Congreso Nacional aprobó “por unanimidad” y simultáneamente la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente y la Ley del Referéndum Autonómico Vinculante, ambas ya bautizadas como “las leyes siamesas” porque se gestaron juntas y nacieron unidas por la columna vertebral y los pulmones, vale decir que la una no hubiera podido existir sin la otra. Esto es tan cierto que hace días, cuando ya se había logrado consenso sobre el 99 por ciento de los textos y quedaba pendiente un punto se dejó que claro que habrá acuerdo sobre todo o no habrá acuerdo sobre nada.
Algo más, ambas leyes unidas darán lugar a un solo proceso electoral que culminará el próximo dos de julio con la elección de 255 representantes a la Asamblea Constituyente y simultáneamente el Referéndum mediante el cual los bolivianos dirán “si” o “no” a las autonomías departamentales.
Aunque a simple vista esto parece un milagro, teniendo en cuenta que las fuerzas parlamentarias del oficialismo y de la oposición no podían ni verse y cuando lo hacían era erizando pelos, gruñendo y mostrando colmillos, lo cierto es que 96 horas de diálogo maratónico, con análisis minucioso de unos 30 proyectos y debate entre jefes de bancadas y de brigadas departamentales, bajo la conducción del presidente del Congreso y vicepresidente de la República, Alvaro García Linera, hicieron posible lo que parecía imposible: el consenso total sobre dos proyectos sustitutivos consensuados de ambas leyes.
El trabajo fue arduo. Tomó las primeras 10 horas de las 96 del diálogo superar el ambiente inicial de recíproca desconfianza y animadversión entre oficialismo y oposición, según informaron los actores. Luego, con tres decenas de proyectos de ley en mesa, presentados por partidos políticos, comités cívicos regionales, movimientos sociales y otras instituciones, en los cuales predominaban las visiones regionales o sectarias sobre el enfoque nacional, los involucrados en el diálogo tuvieron que emplearse a fondo para convencer sin imponer, y lograr que unos y otros cedan para posibilitar el consenso.
Sobre la base de los dos proyectos consensuados, el trabajo del pleno congresal para sancionar ambas leyes fue veloz y marchó sobre rieles. En la etapa de aprobación en detalle hubo algunas modificaciones de forma o de redacción, debates cortos y enriquecedores en inusual marco de respeto mutuo y tolerancia entre los oradores. Lo sorprendente e inédito fue la unanimidad en la votación que dio nacimiento a ambas leyes y el prolongado aplauso de los congresistas, todos de pie, seguido de la entonación del himno nacional al culminar la sesión.
En próximos notas comentaremos separadamente la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente y la Ley del Referéndum Autonómico Vinculante, las cuales serán promulgadas con solemnidad mañana lunes por el presidente Evo Morales. Las leyes siamesas son llaves para Bolivia pueda avanzar hacia el cambio en democracia.
Hoy sólo quisimos poner énfasis en el nuevo comportamiento de los parlamentarios a la hora de aprobar ambas leyes en el Congreso Nacional. Lo que se vio ayer fue un nuevo estilo de legislar, poniendo por encima de todo el interés nacional, con relegamiento a plano secundario de las parcialidades y las consignas sectarias políticas o regionales, sin que por ello nadie sacrifique su ideología, ni opaque su militancia política, ni quiebre la lealtad a su región.
Esta es una revolución de comportamiento político que puede convertirse en uno de los pilares del cambio en democracia. Enhorabuena.
MINUCIO
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