Thursday, April 06, 2006

CONSTITUYENTES POR "COMBOS"

Primero diremos que al hablar de “combos” no nos referimos a los pesados martillos que utilizan los mineros y los picapedreros en su laboreo, sino a la acepción moderna de esa palabra cuyo uso se ha generalizado al empuje del “marketing” especialmente en los restaurantes de comida rápida.

Así, por ejemplo, si nos apetece comer una hamburguesa sencilla, sin comparsa, difícilmente la conseguiremos, pues, en las ofertas casi siempre ellas aparecen atadas a otros comestibles (papas o plátanos fritos); “bebestibles” (Coca-cola, Pepsi o Seven Up), más un postre (helado o “pay” de manzana), todo incluido en una especie de paquete o fardo cerrado denominado “combo” cuyo precio varía según la cantidad de sus componentes. En realidad no podemos “armar” el platillo a nuestro gusto. Nuestra opción se reduce a comprar o no hacerlo. Algo así como un categórico “lo tomas o lo dejas”.

Eso exactamente veremos el próximo dos de julio cuando los bolivianos lleguemos a las urnas para elegir representantes a la Asamblea Constituyente, aunque entonces el “combo” no será de comida chatarra sino de políticos, muchos de ellos también merecedores del calificativo de “chatarra” por ser ilustres desconocidos no sólo de nombre y apellido sino también respecto de su aptitud para cumplir la delicada función de asambleístas constituyentes.

Lo ideal en la Asamblea Constituyente de la cual emergerá una nueva Constitución Política del Estado para Bolivia, sería que sus miembros ostenten la legitimidad de haber sido escogidos y elegidos REALMENTE por los ciudadanos electores, ya se trate de los asambleístas plurinominales ( 5 por cada uno de los nueve departamentos) o de los de los uninominales (tres por cada una de las 70 circunscripciones territoriales del país).

Lamentablemente eso no ocurrirá en las próximas elecciones, porque según la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente el ciudadano tendrá que votar forzosamente por planchas, lo cual implica un predominio absoluto de los partidos sobre las personas.

Quien vote por el candidato A de una plancha plurinominal, por considerarlo idóneo, automáticamente favorecerá con su voto a los candidatos B, C , D y E que van detrás, aunque para el ciudadano elector sean desconocidos. Lo mismo respecto a los candidatos uninominales: votar por A en una plancha equivaldrá a votar también por B y por C.

Esto significa que de los 45 candidatos plurinominales sólo 9 serán auténticamente electos mientras los 36 restantes llegarán de rebote. Asimismo, de los 210 candidatos por circunscripciones uninominales 70 entrarán a la asamblea por la puerta ancha, escogidos por el votante, y 160 por la puerta trasera, aferrados a la cola de los primeros. No obstante esa diferencia cualitativa que atañe a la legitimidad de la representación todos, los 245, serán igualmente “asambleístas constituyentes”.

Este mecanismo es similar al aplicado en las elecciones generales cuando al votar por el presidente de la república el ciudadano automáticamente vota por el vicepresidente, senadores y diputados plurinominales. Un”gran combo”, en verdad.

La comparación, sin embargo, peca de simplista, porque en una elección presidencial el ciudadano vota por siglas de partidos políticos y de agrupaciones ciudadanas que postulan a sus binomios presidenciales y el resto de elegibles en paquete. Detalle importante es que durante sus campañas partidos y agrupaciones presentan y promocionan ante la ciudadanía sus programas de gobierno lo cual permite al ciudadano analizar, comparar y escoger, para finalmente votar por la opción que considera mejor.

Para una Asamblea Constituyente, ya lo dijimos, lo ideal sería que la ciudadanía pueda elegir personas individuales con capacidad y visión de país, sin ataduras sectarias, que puedan debatir con amplitud de criterio y patrióticamente el reto de forjar una nueva Carta Magna. Lamentablemente, la normativa electoral vigente excluye esa posibilidad. Los partidos seleccionan a sus candidatos, los acomodan en planchas encabezadas por uno de sus militantes al que consideran más carismático para seducir a los electores cuyo disminuido papel se reducirá a escoger entre uno u otro “combo”.

Da pena decirlo, pero esta forma de elección de asambleístas constituyentes es un “combazo” (martillazo) contra uno de los derechos fundamentales de la persona en democracia: votar para elegir libremente a sus representantes. Algo muy diferente a lo que acontecerá el dos de julio cuando el ciudadano votará sólo como una mera formalidad para convalidar a los elegidos de antemano por partidos políticos y agrupaciones ciudadanas.

MINUCIO

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