Friday, April 07, 2006

UNIDAD NACIONAL

ARMANDO MARIACA V.

Desde antes de las elecciones del 18 de diciembre, se habla de la necesidad de cambios, de reestructurar las instituciones y fortalecerlas; se urge al pueblo a que esos cambios sean en beneficio de todos y que la colectividad participe de las urgencias y deberes de todos. Lamentablemente, la práctica de los últimos dos meses no muestra que los objetivos enunciados se hagan realidad porque surgen, por diversos conductos, intenciones de hacer lo contrario.

Sin temor al equívoco, podemos sostener que uno de los mayores males que hemos sufrido los bolivianos desde que se fundó la República es que el factor de unidad estuvo ausente, ajeno a las realidades vividas, extraña a satisfacer las urgencias más premiosas de los bolivianos. La unidad, factor que podría conglomerar en sí las virtudes y valores, no se hace sentir, sea por causas racistas, complejos, posiciones económicas, regionalismos, nacionalismos cerrados y, en casos, las demandas para imponer doctrinas foráneas ya obsoletas.

El tiempo transcurrido, las experiencias sufridas en los últimos veintitrés años – desde la reiniciación del sistema democrático, 10 de octubre de 1982 –; la carencia de responsabilidad en todos los partidos políticos que han pasado por el Poder Ejecutivo y de los que transitaron por el Legislativo, con honrosas excepciones personales, muestran cuán poca conciencia de país hubo y cuánto se ha practicado el dejar hacer y dejar pasar. ¿Cuánto se incrementaron la corrupción, la dejadez, la irresponsabilidad, el nomeimportismo y otros defectos en los 23 años?

Hoy, con un gobierno legal, constitucional y legítimo, con el apoyo mayoritario de la población y hasta bajo la mirada de todo el mundo, no se entiende que la desunión, la discordancia, el desacuerdo permanente, los intereses creados no nos dejan avanzar, cambiar, aprender de los yerros pasados, y seguimos en los mismos caminos que, en la práctica diaria, tienden a ser senderos que puedan conducirnos hasta los despeñaderos de la discordia, el libertinaje y la anarquía.

Examinar todo el panorama político y social muestra que el factor o virtud faltante en la vida nacional – especialmente en los poderes del Estado y en los partidos políticos, empezando por el que tiene mayoría en el Congreso y terminando en la oposición –, es la Unidad, unidad en las intenciones y objetivos, en los cambios que se busca con la Constituyente del 2 de julio que, en unidad, deberá estudiar y redactar una nueva Constitución Política del Estado que permita un trabajo solidario y mancomunado para el desarrollo armónico y sostenido.

La conciencia de país y el sentido de Patria son imprescindibles para la unidad que es, además, evitar los racismos, como si todos los seres humanos no fuésemos iguales, los complejos, la imposición, la amenaza, el desacuerdo, la imposición del más fuerte sea en la política o en el trajín laboral o en el poder que dan la Constitución y las leyes. Es preciso, pues, tomar conciencia de que sólo la unidad nos abrirá los caminos de las soluciones, de los cambios, de la concordancia y de la hermandad entre todos; no entender estas realidades e imitar lo viejo vivido y pasado es irresponsable y suicida.

Es urgente que la unidad sea la práctica de la Ley con la fuerza del Derecho (Constitución y leyes) que destierren el derecho de la fuerza que es la dictadura, el totalitarismo y la imposición. Simón Bolívar, el Libertador, dijo: “Sin la fuerza de la ley y sin unidad, la República perece”; ojala que este extremo nunca se cumpla.

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