Wednesday, September 21, 2005

CON LAS ENCUESTAS A CUESTAS

Las encuestas a ciudadanos de diversos lugares sobre intención de voto “si las elecciones fueran hoy”, están resultando un arma de doble filo, pues, ni bien se difunden con bombos y platillos los resultados de una que favorece en porcentaje al candidato A, surge otra encuesta cuyos resultados ponen al candidato B en la delantera, con estancamiento del A y avance sorpresivo del C. Poco después se difunde otra encuesta en la cual el candidato C continúa subiendo hasta ponerse en la punta empatando con el B, mientras el A que ya estaba estancado comienza a bajar.

Ante esas variaciones, el candidato A, que se había llenado la boca con su posición ganadora en la primera encuesta, monta en cólera, descalifica clamorosamente las encuestas que favorecen al B y al C, afirma que esos resultados están manipulados y hasta amenaza enjuiciar a sus adversarios por el delito de cohecho electoral.

Desde ese momento A tiene que seguir su campaña “con las encuestas a cuestas”, al igual que B y C, en una danza loca de cifras que involucra a empresas encuestadoras y a medios de comunicación siempre ansiosos de dar “primicias”. Resultado: la ciudadanía deja de creer en las encuestas y quienes realizan ese trabajo quedan con su credibilidad por los suelos.

Hay varias empresas especializadas en encuestas, unas conocidas, otras desconocidas que aparecen como hongos en tiempos electorales. En las encuestas que comentamos ellas trabajan por contrato con partidos que pagan sus servicios. Obviamente, los resultados de esas encuestas tienen que favorecer, abierta o solapadamente, a quienes pagaron por ellas. Sería absurdo que un candidato pague para que la encuesta realizada con su dinero lo muestre como “colero”.

No creemos que las empresas encuestadores distorsionen deliberadamente preferencias y porcentajes. Pero, acontece que los resultados de una encuesta pueden ser previstos según el sector de población que se escoge para realizar la muestra. Así, por ejemplo, si la encuesta se realiza en el trópico de Cochabamba, el primer lugar será para Evo Morales. Si el lugar seleccionado es la zona residencial de Calacoto probablemente aparezca Tuto Quiroga en la punta. Si la encuesta se hace en Viacha, pueblo ligado a la fábrica de cemento, el ganador será Samuel Doria; y si el muestreo se realiza en Achacachi ganador absoluto será el Mallku, Felipe Quispe.

Se supone que el propósito de las encuestas es orientar a la ciudadanía, mostrando inclinaciones de voto en determinados momentos de la campaña electoral. Eso siempre y cuando se trate de encuestas serias que abarquen con imparcialidad los ámbitos departamentales o nacional. De otro modo, las encuestas sólo desorientan al pueblo.

Nos preguntamos por qué los partidos y candidatos, en lugar de pagar encuestas de dudosa credibilidad, no gastan ese dinero en difundir sus programas de gobierno y en explicar sus propuestas específicas de solución a los grandes problemas nacionales. Con eso sí podrían ganar votos el día de las elecciones, en la encuesta de las urnas, la única cuyos resultados son irrefutables y definitivos.

MINUCIO

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