Wednesday, September 07, 2005

MIR: 1971-2005 (Q.E.P.D.)

Con discursos de tono necrológico, expresiones de pena y en ambiente fúnebre por la muerte del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, los miristas dolientes en todo el país conmemoraron ayer el 34 aniversario del nacimiento de esa organización política que dejó de existir hace dos días.

Muchos levantaron su dedo acusador contra Jaime Paz Zamora sindicándolo como autor material e intelectual de un "Miricidio" por haber ocasionado la muerte del MIR con premeditación, alevosía y ventaja. Desconocieron su jefatura nacional y anunciaron que será expulsado con ignominia en una próxima convención que dará lugar a la refundación del MIR, hecho que en la jerga política equivale a resurrección.

Jaime Paz Zamora, desde Tarija, confirmó también la muerte del MIR, aunque sin derramar ni una lágrima, porque él había avizorado ya ese desenlace, por lo cual no quería participación mirista con listas propias en estas elecciones. Proclamó que el MIR tiene que "renacer" desde las regiones, frase que suena a responso de entierro, porque sólo puede renacer lo que ha muerto. Nunca hubo ni habrá renacimiento sin muerte.

En realidad el MIR murió con 33 años, la edad de Cristo cuando lo crucificaron. Dos días más y hubiera cumplido sus 34. Curiosamente, en la muerte de este partido político hubo también un crucificado: el senador Hormando Vaca Diez quien sólo pudo aguantar dos semanas como candidato presidencial del MIR, tras haber sido proclamado por una convención nacional mirista pero sin la venia de Jaime Paz Zamora.

Hormando también habló. Justificó su renuncia de última hora a la candidatura presidencial diciendo que podía luchar contra adversarios de afuera, pero no contra quienes desde adentro atacan por la espalda. Esa frase nos hizo recordar otra en la cual un político invocaba a Dios diciendo: "Señor: Protégeme de mis amigos, que de mis enemigos me protejo yo." Por último, anunció también una refundación del MIR, pero esta vez como abanderado de las autonomías. Un renacimiento de las cenizas, como el Ave Fénix.

Una cosa parece evidente. Por asegurar su elección como prefecto de Tarija Jaime Paz Zamora no vaciló en sacrificar al MIR, pese a que en los últimos años él manejaba este partido como su propiedad privada, con ribetes de dinastía familiar.

El fin del MIR, por consecuencia lógica, tendrá que causar también el fin de la conducción omnipotente en su seno. Eso será bueno para la democracia boliviana.

¿Será posible una resurrección del MIR?. El tiempo dirá.

MINUCIO

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