Hasta la anterior elección presidencial, que tuvo lugar en el 2002, los debates entre candidatos presidenciales eran parte principal del proceso electoral en su tramo final. En esos foros los “presidenciables” tenían oportunidad de exponer ante masivas tele-audiencias lo principal de sus programas de gobierno y también podían lidiar verbalmente, cara a cara, con sus rivales.
El efecto de los debates sobre el electorado se reflejaba posteriormente en las encuestas que mostraban casi siempre un descenso notable del porcentaje de indecisos e incrementos porcentuales equivalentes en las preferencias a favor de alguno de los candidatos punteros. Para los ciudadanos que ya sabían por quien votar los debates resultaban meramente ilustrativos; en cambio, su impacto sobre los indecisos era siempre determinante.
Así era antes. Pero las cosas cambian. Ahora, en este proceso electoral, por obra y gracia de Evo Morales, los debates electorales han quedado atrás, dejando con los crespos hechos a su principal rival Jorge “Tuto” Quiroga para quien el debate con Evo era una especie de salto con garrocha hacia el primer lugar en las encuestas. Esa negativa del candidato masista a debatir también causó indignación en sectores empresariales que habían promovido foros para ese propósito.
Algunos analistas políticos dicen que el rotundo NO de Evo a los debates es una estrategia del Movimiento al Socialismo (MAS) para evitar un innecesario desgaste de imagen de su jefe y candidato presidencial en confrontaciones que sólo mostrarían la superioridad oratoria y académica de sus oponentes.
Podría ser cierto. Sin embargo, hay otra realidad: los electorados cautivos que imprimen un sello peculiar a estas elecciones en Bolivia y que hacen insulsos los debates cuya finalidad es convencer a los votantes de las bondades de un programa de gobierno frente a los otros, de la capacidad y virtudes de un candidatos frente a los otros, para que voten “por el mejor”
El candidato Evo Morales tiene un electorado cautivo, firme e invariable, que votará por él pase lo que pase o diga lo que diga. Son los ciudadanos del campo y las ciudades que identifican a Evo con “el cambio”... y no les interesa nada más. En la asunción de Evo al poder ven su propio ascenso...y eso les basta y les sobra.
“Tuto” Quiroga también tiene su electorado cautivo, ciudadanos que nunca votarían por Evo, pero que sí podrían cambiar su voto a favor de Samuel Doria Medina, candidato de Unidad Nacional (UN) porque ambos representan a la derecha y aceptan el modelo neoliberal con variantes de matiz. Por eso, Samuel quiere debatir con Tuto y lo reta públicamente, pero Tuto dice NO a ese debate, tal cual hizo Evo con él.
Es una pena, pero esta vez los ciudadanos indecisos, para quienes los debates entre candidatos presidenciales eran un faro orientador, tendrán que deshojar margaritas para escoger a su favorito...o abstenerse.
MINUCIO
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