El meterse en pleitos ajenos casi siempre trae consecuencias negativas para los intrusos que haciendo gala de comedimiento meten las narices donde no deben. Esto que acontece frecuentemente entre las personas también suele darse entre los países, especialmente cuando existe algún antecedente de conflicto remoto que aparentemente fue resuelto en derecho, pero que de hecho continúa latente.
Un pleito de esa índole es el que ha surgido entre dos países vecinos de Bolivia, debido a la modificación de límites marítimos que hizo el Perú la semana pasada, mediante una ley promulgada por el presidente Toledo por la cual se amplia en 35 mil kilómetros cuadrados el mar territorial peruano. Obviamente esa ampliación unilateral de límite marítimo fue categóricamente rechazada por Chile que niega efecto jurídico a la susodicha ley.
Hasta ahora esta controversia bilateral se desarrolla por conductos diplomáticos, aunque sin posibilidades de solución amigable a la vista por la rigidez y firmeza con que peruanos y chilenos sustentan sus respectivas posiciones. De continuar así las cosas es previsible que, a corto o mediano plazo, por voluntad de ambas partes, el pleito termine ventilándose en algún tribunal internacional.
Cabe, en esta circunstancia, recordar que Chile y Perú, además de vecinos tienen mucho que ver en nuestro enclaustramiento marítimo porque, como se sabe, en virtud de un tratado bilateral entre ambos, después de la guerra del Pacífico, Chile puso el candado a una salida al mar para Bolivia y el Perú se quedó con la llave de ese candado.
Ese rol de cancerberos en perjuicio de Bolivia ha sido compartido con gran celo y eficacia por Chile y el Perú a lo largo de casi un siglo, ocasionando el fracaso de muchas negociaciones diplomáticas que tuvieron lugar en procura de lograr una salida soberana al mar para nuestro país enclaustrado.
Lo único que para los bolivianos salió en limpio de esas múltiples tratativas es el convencimiento pleno de que ni a Chile ni al Perú les interesa en lo más mínimo que Bolivia tenga salida soberana al mar. Eso sí, cuando surgen problemas entre ellos, como ahora, no escatiman esfuerzos para coquetear y seducir a La Paz, cada uno en procura de llevar el agua a su propio molino.
Algunos ex cancilleres y parlamentarios bolivianos han salido a la palestra instando a que el actual gobierno boliviano aproveche de alguna manera el momento de crisis peruano-chilena para reflotar el tema de una salida al mar. Curiosamente, entre ellos hay políticos que en su tiempo de gobernantes fueron actores de negociaciones con Chile y sondeos obligados al Perú, habiendo terminado siempre mordiendo el polvo de fracasos estrepitosos. Después de eso lo sensato sería no abrir la boca, pero, al parecer no aprendieron su lección.
El pleito por límites marítimos entre Chile y el Perú es absolutamente bilateral. Ahí no cabe ninguna intromisión de terceros que no tienen vela en ese entierro.
Ojala el actual gobierno no incurra en el error de meter la nariz donde no debe.
MINUCIO
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