(CUENTA REGRESIVA ELECTORAL: DÍA 3)
Evo Morales es un tipo de suerte, no cabe duda. Cada vez que está en campaña electoral, faltando pocos días para las elecciones, tiene que surgir alguna declaración de gobierno de los Estados Unidos satanizándolo como candidato, dando a entender que su triunfo sumiría a Bolivia en el Apocalípsis, amenzando con suspender su apoyo económico, o recomendando a sus nacionales que se abstengan de venir y, si ya están en el país, sugiriéndoles que acumulen en sus despensas comestibles duraderos y agua como para soportar un cerco de varias semanas.
El propósito principal de esas advertencias de EE.UU., obviamente, es velar por la seguridad de sus súbditos, aunque de rebote sea inevitable un impacto atemorizante entre los ciudadanos bolivianos que se encuentran próximos a votar en a las urnas para elegir a sus gobernantes. Tal efecto puede ser mínimo o nulo en quienes ya tienen definida su intención de voto, pero podría influir sobre los indecisos y aquellos que piensan votar blanco o nulo, cuyo número llega al 20 % según las últimas encuestas. Esta masa votante podría fácilmente hacer inclinar la balanza a favor de cualquiera de los dos favoritos el día de las elecciones.
La ocasión es propicia para recordar una histórica “metida de pata” del ex embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha, quien faltando 48 horas para una anterior elección presidencial condenó al candidato Evo Morales, advirtiendo que votar por él significaba alentar el narcotráfico y que acarrearía grandes males sobre Bolivia, entre ellos el corte de la cooperación estadounidense.
Hasta ese momento las encuestas mostraban a Evo Morales en un discreto cuarto lugar. Sin embargo, tras la torpe ingerencia de Rocha en política interna boliviana, la preferencia de voto por Evo subió como la espuma, tanto que en los resultados de las elecciones dejó atrás al segundo favorito y pasó a disputar la delantera con el primero. Por poco termina de Presidente de la República. Al embajador estadounidense Rocha le había salido el tiro por la culata…por intruso, comedido y bocón.
Aquella vez Evo Morales, tras recuperarse de la sorpresa por un triunfo que ni siquiera había soñado, agradeció públicamente al embajador Rocha por su ayuda, calificándolo como su mejor jefe de campaña electoral, tal como demostraban los resultados de la elección.
Ahora, a escasos cuatro días de las elecciones el Departamento de Estado de EE.UU. lanzó una “alerta” previendo conflictos y violencia en Bolivia antes, durante y después de las elecciones del 18 de diciembre. El gobierno nacional, como corresponde, al deplorar esas advertencias catastróficas dijo que el proceso electoral se desarrolla con absoluta normalidad y que garantiza la seguridad de los súbditos extranjeros.
La advertencia de EE.UU. peca de inoportuna, por decir lo menos. Es lamentable que el Departamento de Estado haya olvidado tan pronto el efecto electoral que tuvieron las declaraciones del entonces embajador Rocha, un efecto completamente contrario a las expectativas de la Casa Blanca en aquel tiempo.
Las actitudes atemorizantes son como armas de doble filo. Pueden igualmente intimidar o provocar una reacción de rechazo. En días previos a las elecciones, aunque la “alerta” disparada por EE.UU. aparentemente sólo apunta la protección de sus súbditos en Bolivia, no puede desligarse del momento electoral, hecho que da lugar a sospechas de inducción encubierta a los bolivianos para voten o no voten por uno u otro de los candidatos favoritos.
Según las últimas encuestas estamos llegando a las elecciones con 34.2 por ciento de intención de voto para Evo Morales y 29.2 por ciento para Jorge “Tuto” Quiroga. Cinco puntos de diferencia entre el primero y el segundo.
Los resultados de la elección el domingo 18 nos mostrarán si la “alerta” estadounidense ha influido de alguna manera en canalizar la decisiva votación los indecisos a favor de alguno de los dos favoritos.
MINUCIO
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