Tuesday, September 05, 2006

¡SALVEMOS A LOS CONSTITUYENTES!

Un caro amigo y colega que está radicado en el Brasil envió a Boliviscopio el siguiente breve mensaje:

Estimado Jaime: Que atroz la caída del constituyente! Pero tengo una pregunta que la podrás responder en tu próximo artículo: ¿Cómo es que no hay ninguna seguridad para caminar por encima de ese foso? Todos los teatros cuentan con agarradores y alguna alarma que hace notar que caminar por ese lugar puede ser peligroso. ¿Cómo pueden los elegidos sesionar si antes no se tiene cubierto el boquete de manera segura? Ni Allan Poe ni Agatha Christie podían haber imaginado algo tan macabro. Un abrazo
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Agradecemos la sugerencia precedente y nos hacemos eco de ella. Ciertamente, después del grave accidente que sufrió el constituyente Román Loayza, no es posible permanecer indiferentes ni quedar de boca cerrada y brazos cruzados ante el riesgo de muerte que cada día amenaza a los 255 miembros de la Asamblea Constituyente reunida en Sucre.

En el Teatro Gran Mariscal de Ayacucho, donde cotidianamente sesionan los constituyentes, está a la vista de todos la trampa mortal cuya peligrosidad se disimula bajo la inocente apariencia de una angosta rampa que, a manera de puentecillo, conecta el amplio salón del teatro con el escenario. Desde el pasillo central que divide las dos alas del salón, hay que subir cuatro escalones para pisar la rampa que tiene tres metros de largo por dos de ancho. Bajo ese estrecho puentecillo hay un foso de dos metros de profundidad destinado a la orquesta cuyos músicos, cuando actúan, tienen que bajar con sus instrumentos a cuestas por dos escaleras laterales del escenario. No hay otro modo de bajar. Un descenso en directo –lo hemos visto- podría tener consecuencias fatales

En tiempos normales, cuando el teatro era utilizado para su propósito específico de presentar dramas, comedias, óperas u operetas, la rampa estaba casi de adorno por ser casi nulo el tráfico a través de ella, pues, los actores estaban en el escenario, los músicos en su foso orquestal, y el público bien acomodado en butacas y palcos. Todo estaba en su lugar y nunca se dio el caso de espectadores que invadiesen el escenario para competir con los artistas, ni de actores que bajasen al foso para obligar a los músicos a tocar huayñitos o cuecas como fondo musical de una ópera de Verdi.

Ahora, cuando el gran teatro capitalino ha sido adaptado y está siendo utilizado como recinto para la Asamblea Constituyente que, contra todo lo esperado, está adquiriendo ribetes de tragicomedia griega, la insignificante "rampita" se ha convertido en trampa mortal para los constituyentes. La primera víctima, el constituyente Román Loayza, cayó desde la rampa al foso el pasado viernes. Por milagro salió vivo del tremendo golpe en la cabeza. Estuvo tres días en estado de coma. Ayer salió del coma, pero continúa en terapia intensiva mejorando poco a poco, según sus médicos.

Han pasado cinco días desde ese grave accidente... y la rampa (léase trampa) mortal continúa en su lugar esperando una próxima víctima, la cual sólo tendrá que dar un paso en falso para pasar directamente del teatro Gran Mariscal de Ayacucho a la eternidad. Quienes más peligro corren son la presidenta de la Asamblea Constituyente y los miembros de la mesa directiva que ocupan la testera. Todos ellos mínimo cuatro veces al día -dos de entrada y dos de salida- tienen por fuerza que caminar sobre la peligrosa rampa, tratando de ir siempre por el centro, en fila india cuando es posible, y evitando aproximarse a los bordes para no correr la triste suerte de Román Loayza.

El resto de los asambleistas, que hasta antes del accidente no vacilaban en pasar a tropel y a carrera por la rampa para llegar hasta la testera e interpelar a los directivos, gesticulando y gritando con y sin motivo, parecen haber moderado bastante sus bríos clamorosos y movimientos imprudentes. Ahora transitan por la rampa delicadamente, cual si fuesen bailarinas de ballet, casi sin pisar la rampa.

¿Qué se podría hacer respecto a la "rampa mortal" para garantizar la integridad física de los 255 asambleistas constituyentes?. Sugerimos las siguientes medidas:

1.- Reemplazar la actual rampa por otra de mayor grosor y que tenga por lo menos tres metros de ancho.

2.- Colocar de inmediato armazones laterales en la rampa actual o en la sustitutiva, con pasamanos en su parte superior y cobertura de los huecos con malla olímpica. Así se facilitará el andar de los asambleistas quienes ya no tendrán que hacer equilibrios como en cuerda floja porque tendrán a su alcance los pasamanos. La malla olímpica evitaría que algún otro constituyente caiga en el foso si acaso, por mala suerte, diera un mal paso.

3.- Tratándose de la vida y salud de los asambleistas constituyentes cuantas más precauciones y medidas de protección se adopten será mejor. Por ello, en la base de la fosa orquestal habría que poner colchones de lana o espuma de goma, de un metro de altura. De esta manera, si alguien cae no se haría ningún daño. Al contrario, se sentiría como sobre nubes.

¡Salvemos a los constituyentes! ...aunque, por lo hecho hasta ahora -o por lo no hecho- alguien pueda pensar que no lo merecen. Al fin y al cabo son los únicos que tenemos.

MINUCIO

- Comentarios al e-mail: boliviscopio@hotmail.com