El tráfico de influencias políticas para transformar a súbditos extranjeros -especialmente asiáticos- en ciudadanos bolivianos es de antigua data en Bolivia que, por ello, resulta utilizado como "puente" para la migración de foráneos hacia Estados Unidos u otros países desarrollados.
Desde hace al menos un cuarto de siglo se mantiene floreciente esa actividad ilegal, altamente lucrativa para muchos políticos corruptos y funcionarios venales estratégicamente ubicados en el Congreso, en la Cancillería y en las oficinas de Migración dependientes del Ministerio de Gobierno.
Periódicamente y en sucesivos gobiernos, a lo largo de esos 25 años, brotaron denuncias contra autoridades implicadas en esa actividad. Muchas veces esas denuncias adquirieron dimensión de escándalo público y rodaron algunas cabezas de segundones, nunca de los peces gordos.
Después, tranquilizadas las aguas, siguió prosperando el negocio de convertir extranjeros en ciudadanos bolivianos para que migren a otros países. Esa transformación comenzaba con la otorgación de visa en consulados bolivianos para que los "turistas" ingresen a Bolivia y permanezcan temporalmente hasta recibir el pasaporte nacional a cambio de un precio fluctuante entre 5 mil a 10 mil dólares por cada uno...según las posibilidades económicas y la urgencia del "pecador".
Todo parecía indicar que ese turbio negocio dejaría de funcionar bajo el nuevo gobierno del presidente Evo Morales y del Movimiento al Socialismo. Sin embargo, a escasos ocho meses de la nueva gestión se ha descubierto que el tráfico de chinos y venta de visas y pasaportes para que ellos, una vez “renacidos” y convertidos en ciudadanos bolivianos, se vayan en busca de nuevos horizontes.
En las últimas semanas salió a flote una denuncia contra 16 parlamentarios que entre los años 2004 y 2006 facilitaron visas y pasaportes bolivianos a 322 súbditos chinos. Entre los involucrados figuran diputados, funcionarios de alto nivel en los ministerios de Relaciones Exteriores y de Gobierno, e incluso el pariente de un minisro masista.
Quedó demostrado así que la corrupción -especialmente cuando hay chinos de por medio- no tiene color político, pues en la tentación de enriquecimiento ilícito y rápido caen ahora algunos políticos revolucionarios de la nueva ola, del mismo modo que antes caían muchos corruptos de los partidos derechistas tradicionales.
El nombre más sonado del último escándalo de chinos, visas y pasaportes, corresponde al ex diputado y ahora asambleista constituyente por el MAS, José Bailaba quien, durante su gestión parlamentaria, avaló 116 visas para súbditos chinos que supuestamente –según dijo él- llegaron al país para realizar actividades de turismo y negocios en dos regiones del oriente boliviano.
Una investigación realizada en Concepción y San Javier demostró que en los últimos tiempos sólo dos chinos estuvieron de paso por ahí. Los 114 restantes desaparecieron como por arte de magia… con pasaportes bolivianos, se supone. Nadie sabe a ciencia cierta lo que pasó con ellos.
Bueno, tanto como nadie no; pues, es muy probable que su patrocinador, José Bailaba, lo sepa con certeza; sólo que no quiere decirlo, porque eso equivaldría a ponerse la soga al cuello. Cobijado en la inmunidad que le otorga su condición de asambleista constituyente guarda un silencio sepulcral y hasta ahora ha eludido varias convocatorias de la Fiscalía para que declare sobre el misterio de los chinos "desaparecidos".
El nombre del honorable José Bailaba, dirigente campesino originario de una etnia oriental y connotado masista, está bailando en los noticiosos de la prensa, la radio y la televisión. ¿Hasta cuando?. Ya lo sabremos cuando se produzca el desenlace de este cuento chino…o de chinos que bailaron al ritmo de José Bailaba.
MINUCIO
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